Huelva adquiere la condición de capital de provincia en 1833, en disputa con Ayamonte y Moguer, gracias a su privilegiada ubicación como puerto natural en la ría del Tinto y el Odiel y enclave idóneo para las minas, cuya actividad impulsaron el cambio de pequeño pueblo marinero a ciudad portuaria e industrial. Acompáñanos en esta breve historia por el desarrollo de la ciudad.
DE LA ZONA ALTA DE LOS CABEZOS AL LLANO
En el siglo XV, cuando los Guzmanes, señores de Niebla se trasladan a Huelva, ésta empieza a crecer en población. En el siglo XVI, ya hay documentos de que Huelva se dividía en 4 barrios: la plaza de arriba (San Pedro), el pozo de Vizcaíno (Plaza San Francisco), la plaza de abajo (de las Monjas) y la Vega.
Si el primitivo cabildo se había situado en lo alto del cabezo de San Pedro, en la segunda mitad del s. XVII el centro de gravedad de la población se traslada a las calles Concepción y Palacios, con el paulatino desmantelamiento del castillo.
La supresión de órdenes religiosas y la desamortización de sus bienes repercuten en Huelva. Los conventos de la Merced, San Francisco y la Victoria pasan a ser edificios que se destinan a cubrir las necesidades de inmuebles para organismos públicos. Era necesario dotar a la ciudad con urgencia de edificios públicos e infraestructuras acorde a su nueva capitalidad. El convento de la Merced se usa como cuartel y después como Instituto. El de San Francisco se usa como cárcel y hospicio. Y el de la Victoria se demuele para construir casas particulares.
La vieja sede del Cabildo en San Pedro es sustituida por una nueva casa del Ayuntamiento (1840) en la calle Puerto. Tenía una fachada sencilla en la que venía a destacar un amplio balcón con tres arcos de medio punto y la iluminación mediante cuadro faroles. En las fotografías que se conservan se aprecia el escudo de Huelva en hierro forjado sobre el frontón que remata el edificio y que lo distingue del resto de la calle.
La revolución industrial y la llegada de capital británico a las minas tienen una vital importancia en el desarrollo de Huelva que, en 1876, deja de ser villa y recibe el título oficial de ciudad. El aumento de población se acelera, triplicándose en 50 años. En 1900 contaba con 21.500 habitantes.
En estos años se construyen además de los muelles, las dos estaciones de tren, el Hotel Colón, el barrio Reina Victoria, el Hospital provincial, el Casino, el mercado de El Carmen, la plaza de toros, el Matadero y el paseo hacia la Punta del Sebo.
Si la visita del rey Alfonso XII y la celebración del IV Centenario en 1892, aceleraron los trabajos para mejorar los edificios públicos, los años previos a la Guerra Civil suponen un estancamiento económico para la ciudad, sin apenas actuaciones públicas.
En los años 40 se termina el dilatado proceso iniciado a principios de siglo de expropiaciones de casas y parte de los conventos de las Agustinas y San Francisco, que sirvió de cárcel, para la construcción del Ayuntamiento, el Gobierno Civil y el edificio de Hacienda.
Y la apertura de la Gran vía, una de las grandes operaciones urbanísticas de la época y que pretendía crear un gran eje oficial en la ciudad, con edificios monumentales a pesar de la escasez del momento.
EL AYUNTAMIENTO EN LA GRAN VÍA
Ubicado en la plaza de la Constitución, el actual Ayuntamiento, que ahora cumple 75 años, se construyó para sustituir al de la calle Puerto por estar muy deteriorado y se levantó el nuevo sobre parte del solar del antiguo convento de San Francisco.
En la obra del actual Ayuntamiento hay que destacar la participación de Francisco Sedano Arce, arquitecto del Catastro, a quien debemos grandes ejemplos de racionalismo, como el chalet Clauss y los edificios para la Junta de Obras del Puerto; y Mateo Gayá Prado, arquitecto municipal.
Para el diseño del nuevo ayuntamiento siguieron las fórmulas historicistas del régimen franquista, en estilo neoherreriano, pretendiendo dar una idea de fortaleza institucional. Se inspiraron en el Ministerio del Aire de Madrid, del arquitecto Gutiérrez Soto.
Las obras comenzaron en 1942 y se prolongaron hasta 1949. El responsable de éstas y de la definición final del proyecto fue el arquitecto Alejandro Herrero Ayllón.
El edificio se desarrolla en dos plantas, con una fachada muy simétrica. La planta baja revestida de granito y, el nivel superior, compuesto por una sucesión de pilastras que enmarcan los balcones y paños de ladrillo visto. La cubierta, oculta al exterior por un peto, está revestida de pizarra y de ella sobresalen las dos torres laterales, coronadas por afilados chapiteles piramidales. El centro de la fachada está presidido por un reloj.
El interior se organiza en torno a un patio central con un claustro con bóvedas de arista y arquería sobre columnas de mármol.