Cuando tenemos que intervenir en un edificio existente, lo primero que hacemos es analizarlo constructiva y espacialmente para poder imaginarnos las posibilidades que puede ofrecernos en el futuro. No optamos por la vía rápida del derribo ni por la conservadora de restaurar por restaurar. Tenemos que estar totalmente seguros antes de tomar una decisión. Como si de un médico se tratara, nos dedicamos a buscar un diagnóstico del edificio para ver si basta con una aspirina, si hay que usar el bisturí o si la enfermedad realmente no tiene solución.
LA VIVIENDA EXISTENTE
Casa Vivas es una vivienda de los años 40 de estilo señorial. Se trata de una vivienda familiar que ha acogido a tres generaciones de la familia Vivas y ha ido creciendo con ella. Cuenta con un edificio principal de dos plantas con una fachada de ritmos verticales y recercados con cerrajería típica de la época. El acceso se sitúa en el eje central de la misma. Un pretil remata su fachada ocultado la cubierta inclinada a dos aguas de teja.
Su composición interior, de muros de carga paralelos a fachada y altos techos con forjado de revoltones, es continuación natural del exterior. Las estancias que se generan en el interior están muy compartimentadas, conforme a la forma de entender la vivienda en el siglo pasado.
En su llegada al patio el edificio original se desvirtúa con la aparición de un anexo longitudinal en la medianera norte. Una serie de edificaciones en línea albergan una ampliación posterior donde se ubicaban la cocina, una salita y un trastero. Al fondo de la parcela se alza la edificación más reciente del conjunto: un anexo de dos plantas para almacenaje que queda desvinculado del resto de edificaciones.
¿POR QUÉ UNA REHABILITACIÓN?
Casa Vivas nos muestra las bondades de las construcciones de comienzos del siglo XX y nos desvela sus puntos débiles. La sucesión de vanos de altos techos abovedados pierde su potencia a causa de la extrema compartimentación de la planta.
La composición de fachada, sobria y monocroma a pesar de las molduras que rematan sus extremos, nos habla de una preocupación por la imagen y la posición social.
La vivienda era el mayor exponente del estatus de una persona y en este caso la vivienda resultante goza de gran potencial. El gran vínculo emocional de la familia Vivas con la casa ha favorecido su conservación a lo largo de los años y le han permitido llegar a 2020 manteniendo sus características principales.
Frente a la posibilidad de haber construido una nueva vivienda, estas características avalan la decisión de rehabilitar la vivienda existente, adaptándola a las necesidades de lo propiedad, potenciando sus puntos fuertes y actuando sobre los débiles.
LAS CLAVES DE LA INTERVENCIÓN
La intervención se centra en la planta baja del edificio principal de Casa Vivas y en sus anexos en el patio, espacio suficiente para albergar el programa completo de una vivienda. La planta superior y el edificio del fondo de la parcela quedan al margen.
Cuando llegamos a Casa Vivas, el edificio principal se encontraba muy afectado por humedades de capilaridad, fruto de los sistemas constructivos de la época. Durante el proceso de diseño y proyecto, se fueron atajando estas patologías interviniendo sobre el arranque de los muros de carga hasta que han quedado solucionadas.
LA MATERIALIZACIÓN DE LA CASA
Casa Vivas está compuesta por anchos muros de carga encalados y pintados en blanco, con carpinterías de madera con contraventanas y techos de revoltones pintados en blanco.
La intervención no pretende eliminar el alma de la casa. Es por ello que se mantiene el color blanco como vector principal y se introduce el gris como elemento de contraste y para realzar las líneas.
Se sustituyen las carpinterías de fachada por otras con mejores prestaciones térmicas y acústicas, pero siempre manteniendo el estilo formal y la gama grisácea. Tanto las cerrajerías como el zócalo se pintarán en color gris.
Se ha buscado diferenciar la casa original de lo nuevo construido, con diferentes materiales pero todos ellos tradicionales. Así, el volumen de nueva planta del patio se ejecutará con ladrillo cara vista en tono gris. El muro de fachada, ciego en la cocina, se vuelve permeable en el patio de servicio, creando un juego de vistas entre ambos exteriores.
El acceso a la planta superior se realiza por una escalera que queda semioculta tras el muro perforado del patio. Es una escalera de servicio, liviana, que sube con una chapa plegada que parece que casi no tocara el suelo.
En el centro del patio se coloca una pequeña piscina integrada en la suave pendiente hacia el edificio del fondo. La pavimentación del patio se realiza con el mismo ladrillo cara vista gris, con diferente aparejo, incorporando césped en la zona que rodea a la piscina.
El gran voladizo en L de hormigón, que protege ambas fachadas, se horada coincidiendo con la ventana del salón para permitir la entrada del principal material en la arquitectura, la luz. El vuelo se pliega sobre sí mismo hasta apoyar en el suelo, generando en su camino un banco empotrado del mismo material.
Como remate del nuevo volumen, donde termina el voladizo de hormigón y empieza el muro de ladrillo perforado, se ha deconstruido la esquina, en un homenaje a Mies Van der Rohe.