La generación de los parques urbanos suele ser fruto de una labor urbanística “de despacho”. Se deciden qué áreas se desarrollan para residencial, terciarios y equipamientos y cuál es el mejor trazado para los viarios. Para ello se analizan las expectativas de crecimiento demográfico, la ubicación de los hitos que generan los asentamientos poblacionales y muchos factores más que forman parte del urbanismo.
Sin embargo, en ocasiones es la propia orografía, antiguas infraestructuras olvidadas y en desuso o un clamor popular los que generan los nuevos espacios verdes. Así pues, nos vamos a centrar en 3 de esos casos.
Por orden cronológico, y más cercano a nosotros, vamos a hablar del Jardín del Turia en Valencia. Tras la riada de 1957 que causó importantísimos daños materiales y personales en Valencia, se decidió desviar el cauce del Turia al sur de la ciudad, liberando el cauce que atraviesa la ciudad de Oeste a Este.
En aquellos años se plantearon muchas opciones que pasaban en su mayoría por aprovechar ese espacio como gran eje de comunicaciones de la ciudad, con la ejecución de autopistas y otros medios de transporte. Fue el movimiento popular “El cauce del Turia es nuestro y lo queremos verde” el que consiguió revertir los planes y convertirlo en un lugar de ocio y naturaleza.
En la actualidad ocupa 136 ha y está previsto su ampliación hasta las 160,5 ha con la finalización del parque de Desembocadura. Tiene una anchura media de 160 m y cuando se termine el último tramo llegará a los 10 km. Su trazado une la Ciudad de las Artes y las Ciencias con el Bioparc Valencia. Un recorrido lineal que favorece el uso del parque por parte de toda la ciudad.
En su diseño intervinieron varios equipos: Ricardo Bofill diseñó la zona próxima al Palau de la Música con naranjos y palmeras; Vetges Tú-Mediterrania diseñó el tramo desde la Casa del Agua hasta Nuevo Centro, incorporando instalaciones deportivas y fuentes. Por último la Consellería de Agricultura diseñó el “Bosque Urbano”, realizándose con posterioridad el jardín de Gulliver.
Fuera de España, uno de los mayores exponente es la Highline Park de New York que ocupa la antigua infraestructura ferroviaria de la New York Central Railroad que discurre elevada sobre las calles de Nueva York.
Este tren transportaba mercancías entre las fábricas y almacenes del oeste de Manhattan, una zona muy industrializada. Con la llegada de los camiones, el ferrocarril cayó en desuso y las vías fueron abandonadas. En los años 90 la ciudad decidió derribarla para construir pero nuevamente un grupo de vecinos de Chelsea luchó para convertirlas en un parque público.
Su movimiento tuvo éxito y el 2009 se inauguró la High Line Park, con un recorrido de 2,33 km sobre los distritos de Meatpacking District, Chelsea y Hudson Yards. El trazado se acompaña de flores, árboles y exposiciones temporales de arte.
El proyecto fue realizado por un equipo multidisciplinar: James Corner Field Operations, Diller Scofidio+Renfro y Piet Oudolf. En este caso, la actuación de recuperación de las vías ha tenido un efecto secundario en la regeneración de las zonas aledañas a las mismas, que han visto incrementados sus precios.
Por último, tenemos un caso reciente a imagen y semejanza de Nueva York: Camden Highline. Con el objetivo de convertir las vías de ferrocarril en desuso, de nuevo James Corner Field Operations y Piet Oudolf, acompañados, en este caso, del estudio londinense vPPR se vuelcan para materializar este proyecto.
Con una longitud total de 1,2 km comprende tres fases y cada una tendrá un carácter diferente, respondiendo a los distintos barrios y contextos. La idea es generar un corredor de biodiversidad y que ofrezca un servicio comunitario.
La iniciativa comenzó como una campaña de crowdfunding y continúa recaudando fondos y buscando importantes donantes que hagan posible la ejecución del primer tramo que tendrá un coste estimado de 14 millones de libras esterlinas.
Al igual que en Nueva York, se plantarán especies típicas de espacios ferroviarios que se combinarán con especies hortícolas más seleccionadas. Oudolf se ha inspirado en bosques, jardines productivos, praderas y antiguos setos británicos.
Se prevé la inauguración de la fase inicial en 2025.
En AHAUS somos fieles defensores de dar una segunda vida a los edificios; vemos en estos proyectos una gran sensibilidad y concienciación social con nuestro patrimonio sabiendo dotar de utilidad a las infraestructuras abandonadas. La correcta integración de estos proyectos sirve para regenerar los espacios colindantes que en muchos casos eran zonas muy degradadas.