El pasado 19 de julio de 2025 tuvimos la oportunidad de viajar a Olot, en el corazón de La Garrotxa, para recorrer algunos de los proyectos más significativos de RCR Arquitectes, galardonados con el Premio Pritzker 2017.
Esta visita fue mucho más que un itinerario arquitectónico: se convirtió en una experiencia de aprendizaje, una mirada crítica y, sobre todo, una reflexión sobre el papel de la arquitectura en el diálogo entre ciudad, paisaje y cultura.
Como recuerdan los propios RCR: “Todo es arquitectura. El paisaje es arquitectura, la ciudad es arquitectura; los espacios donde aprendemos, donde vivimos.”

RCR ARQUITECTES: UNA VISIÓN TRANSFORMADORA
Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramon Vilalta fundaron RCR en Olot en 1988. Desde entonces, han desarrollado una obra profundamente vinculada a su territorio, pero con proyección internacional.
Su filosofía se resume en cinco principios que exploramos durante la visita y que sirven de brújula a su manera de entender la profesión:
- El paisaje como concepción amplia del entorno.
- La arquitectura como aparición y desaparición de la materia.
- La emoción como esencia del espacio.
- El aprendizaje experiencial por encima del saber prestado.
- La disrupción como motor creativo.
En un mundo en el que la arquitectura suele medirse en cifras —metros cuadrados, presupuestos, hipotecas—, RCR reivindican lo invisible: la emoción de habitar un lugar, la conexión con la naturaleza, la capacidad de transformar la vida cotidiana a través del espacio.






NUESTRO RECORRIDO POR OLOT
La jornada nos llevó a descubrir seis obras emblemáticas de RCR, donde cada espacio dialoga con el territorio de una manera única.
1. Volcanes y Pabellón de acceso a la Fageda
En pleno Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa, el pabellón de acceso funciona como una puerta discreta que abre camino a un paisaje volcánico de gran potencia.
Ligero y silencioso, el edificio se integra en un entorno excepcional: el hayedo de la Fageda d’en Jordà, que crece sobre una colada de lava del volcán Croscat. La arquitectura aquí no compite con la naturaleza, sino que la acompaña, ofreciendo un punto de transición entre lo construido y lo natural.




2. Parque de la Pedra Tosca
Un paisaje de origen volcánico, fragmentado en pequeños campos delimitados por muros de piedra seca.
RCR interviene desde lo mínimo: senderos, accesos, detalles que respetan la memoria agrícola del lugar y devuelven protagonismo al paisaje. Aquí se entiende bien el concepto de “arquitectura que aparece y desaparece”: lo construido está presente, pero apenas se percibe.




3. Estadio de Atletismo
En Olot, el deporte se vive en un estadio que no se impone al territorio, sino que se funde con él.
El Estadio de Atletismo Tussols-Basil es un ejemplo de cómo la arquitectura puede ser discreta y, a la vez, profundamente emocionante. El graderío se integra en el terreno, y el paisaje se convierte en parte del espectáculo. Más que un edificio, es una geografía habitada.








4. Pabellón de Baños Tossols
Quizás una de las obras más poéticas de la visita.
En este pabellón, el agua y la naturaleza son protagonistas. La arquitectura no solo responde a la función de acoger vestuarios o baños: crea un ambiente de calma, un lugar de pausa en medio del bosque.
Lamentablemente, el espacio se encontraba vandalizado y sin uso, lo que añade una reflexión sobre la fragilidad de la arquitectura frente al tiempo y el cuidado social.




5. Espai Barberí
Antigua fundición de campanas convertida en el taller y espacio de creación de RCR.
Más que un edificio, es un laboratorio de ideas donde se mezclan trabajo, vida y experimentación. Aquí, la arquitectura se convierte en proceso y en búsqueda, y se entiende mejor la célebre frase de Luis Barragán:
“No hagan lo que yo hice, vean lo que yo vi.”





6. Restaurante Les Cols
El recorrido culminó en el Restaurante Les Cols, donde gastronomía y arquitectura se unen en una experiencia total.
La luz, la transparencia y la cadencia espacial transforman la comida en un ritual cultural. La carpa exterior, concebida para banquetes de boda, evoca la vida al aire libre y la celebración comunitaria. Un lugar que es arquitectura, paisaje y celebración al mismo tiempo.




REFLEXIÓN FINAL
Volvimos de Olot con la certeza de que la arquitectura no es solo construir edificios, sino crear cultura, transformar el paisaje y generar vínculos emocionales.
La visita nos recordó algo esencial para nuestra práctica en AHAUS Arquitectos: cada proyecto, por pequeño que parezca, tiene la capacidad de conectar a las personas con su entorno y con lo más profundo de sí mismas.
Como expresan los propios RCR:
“Cuando te dicen que se han ido a vivir a un sitio determinado, difícilmente te cuentan que desde ese lugar pueden ver una montaña, una ermita o un campanario. Siempre se refieren a los espacios en términos numéricos: mide tantos metros cuadrados, cuesta tanto al mes o la hipoteca es de tanto. Rara vez se habla de un lugar al que me he ido a vivir y me da el descanso y el reposo que necesito.”
Quizás ahí esté la verdadera lección de esta experiencia: la arquitectura no debería medirse solo en cifras, sino en su capacidad de ofrecernos calma, belleza y sentido de pertenencia.
Descubre más
En esta entrada hemos querido compartir una visión reflexiva de la visita. Te invitamos a descubrir los proyectos directamente en la página web de RCR arquitectes y a seguir nuestras próximas publicaciones en el blog, donde hablaremos sobre arquitectura cultural y social en nuestra práctica profesional.