Si habéis visto nuestros anteriores proyectos de vivienda sabréis que siempre hablamos de varios conceptos que aparecen como denominador comun en nuestras obras: la luz (directa o indirecta) que da sentido a las estancias, la conexión de los espacios (nos gusta que el exterior penetre en la casa y la casa salga al patio), el uso de materiales tradicionales (madera, piedra natural, mortero de cal) que nos traigan al presente la esencia del pasado, y el patio (siempre el patio) como centro de las miradas y de la vida de la casa.
Si los ingredientes son los mismos, os preguntaréis:
¿Qué es lo que hace a las casas diferentes entre sí?
LOS HABITANTES
Cada familia tiene unas necesidades diferentes, según su trabajo, el número de miembros que la integran o la edad de los mismos. Hay que pensar en los espacios de forma que puedan ir evolucionando a la vez que lo hace la familia.
La Casa de la Parra será el hogar de 4 personas. En el momento de diseño: un matrimonio con dos hijos pequeños, que buscan espacios amplios de juego y estudio, pero que son conscientes de las necesidades de independencia que surgirán en un futuro.
Se proyectan 3 dormitorios y un estudio. Los dormitorios incluyen zona de estudio individual para un futuro, pero el estudio puede ser utilizado en la actualidad como zona de teletrabajo de los padres incluso como sala de cine en los ratos libres.
El salón, amplio y diáfano, da salida directamente al patio que permite extender la zona de juego en las épocas del buen tiempo. La cocina integra una mesa para pasar tiempo en familia mientras se cocina y generar un punto de encuentro a la hora de comer.
LA UBICACIÓN Y LA MORFOLOGÍA
Una vivienda aislada y otra entre medianeras exigen un tratamiento diferente desde el proyecto, al igual que sucede con la forma de la parcela. Para nosotros las parcelas irregulares suponen un reto y un mayor diálogo entre la casa y el solar donde se construye.
La Casa de la Parra agrega dos parcelas para concebir un espacio doméstico privado entre medianeras. La forma de las mismas es irregular, rematándose al fondo con un pequeño fondo de saco a una cota inferior conectado por un pequeño pasillo. Ha sido esa anomalía en el parcelario la que ha definido la ubicación del salón polivalente, de la piscina e incluso el pequeño sótano al fondo de la parcela es fruto del desnivel existente. Un diálogo directo del programa con el parcelario que no podíamos obviar.
EL PATIO
Para nosotros el patio es una estancia más de la vivienda y de las más importantes, pues junto con la cocina y el salón conforma los llamados espacios públicos: los que utiliza la familia para reunirse, entre ellos o con otras personas. Lejos de ser un espacio vacío, estamos firmemente convencidos que debe ser un espacio rico en cualidades.
La Casa de la Parra se ancla a un gran patio extendido como zona de estancia y ocio. El «umbral» entendido como la transición entre el interior y el exterior está protagonizado por la parra que da nombre a la casa. Una gran pérgola que recoge la fachada del patio en toda su longitud y es el soporte de la parra que da verdor, frescor y sombra a la casa.
Más allá de la parra está la piscina adosada a una pronunciada irregularidad de la medianera, y la barbacoa. Ésta se diseña desde el proyecto para crear un elemento único e integrado, que lejos de ser un elemento de uso puntual, se concibe como un punto de reunión y que se remata con un gran banco para charlar mientras se asa la comida.
EL ENTORNO
Si ya hemos hablado de los habitantes, de la ubicación y la morfología y por supuesto del patio, ¿qué nos falta?: El entorno.
El entorno entendido como la localidad o zona dentro de la localidad, que rodea a la vivienda. Las otras casas, su estética, su historia, su cultura… Sin el entorno una casa no se entiende. Es el entorno el que genera su fachada, ya sea por integración o por diferenciación.
La Casa de la Parra se ubica en un entorno diverso, aparentemente homogéneo, rodeado de viviendas de una o dos plantas de carácter rural, pero que tras un análisis profundo nos devuelve una imagen diferente. Las viviendas circundantes han ido sufriendo pequeños cambios que han ido desvirtuando su carácter tradicional y ha cortado el hilo temporal que permite entender la evolución de la ciudad.
La Casa se abstrae de esas actuaciones y se mueve atrás en el tiempo hasta recuperar los orígenes: fachadas blancas, de ritmos verticales, y pretil de remate que oculta la cubierta de tejas a dos aguas, al modo de las casas señoriales.
El acceso a la vivienda se sitúa descentrado, en este caso por exigencias de la pronunciada pendiente descendente de la calle, y focaliza las miradas recuperando un elemento típico: el ventanuco de ventilación de los «doblaos» de la zona. Aquí se trata de una apertura que permite la entrada de luz en el zaguán, iluminándolo aún cuando la puerta se encuentra cerrada. La puerta se enmarca con un recrecido al modo de las portadas antiguas. La blancura del encalado solo se ve alterada por la aparición de un zócalo de protección de mármol blanco que tiene su réplica en la tira de mármol que decora y remata el pretil.
La cerrajería rebusca en la tradición y recupera las rejas de barrotes redondos, pletinas y líneas simples que no eclipsen la belleza de las líneas puras.
La chimenea de la casa adquiere una nueva funcionalidad. Su carácter dominante visualmente esconde una doble función: por un lado equilibra la cubierta al contar con una gran potencia visual frente al gran paño de teja y por otro lado, recoge las antiestéticas instalaciones de climatización que plagan los tejados de las ciudades. Es así como aparece un tiro alargado que emerge del faldón acaparando las miradas desde el patio.
LOS MATERIALES
Como sucede en la mayoría de las viviendas andaluzas, los grandes paños encalados adquieren el máximo protagonismo. En la Casa de la Parra conviven con el zócalo de mármol hacia la calle y con remates en piedra caliza en el patio. Solería de gres de gran formato colocados en el interior dan la sensación de amplitud por la reducción del número de juntas entre piezas y las puertas de madera natural aportan equilibrio y calidez.
El punto de vegetación lo aportan la parra en la pérgola y el arriate que circunda el patio, acompañando sin interferir en su día a día.