El Mercado de Santa Fe de Huelva: Patrimonio oculto, oportunidad urbana

El Mercado de Santa Fe no es únicamente un edificio singular en el corazón de Huelva: es un testigo vivo de la transformación urbana, comercial y patrimonial de la ciudad.

Con motivo de la exposición organizada por el Ayuntamiento de Huelva para su reapertura y tras haber participado en el concurso de ideas para su rehabilitación, en equipo con José Álvarez Checa, desde AHAUS Arquitectos queremos poner en valor este espacio urbano con historia, analizar su evolución y reflexionar sobre su futuro. Esta entrada nace del análisis exhaustivo del documento histórico técnico de inscripción en el Catálogo General de Patrimonio Andaluz.

Introducción

En pleno corazón del casco histórico de Huelva, oculto tras años de desuso y cambios de función, se encuentra el Mercado de Santa Fe. Este edificio, ejemplo señero de la arquitectura del hierro en Andalucía occidental, encierra entre sus muros una rica historia de transformaciones urbanas, aspiraciones ciudadanas y oportunidades desaprovechadas. Hoy, en un momento en que la recuperación del patrimonio y la regeneración de los tejidos urbanos tradicionales se postulan como motores de desarrollo cultural y social, su puesta en valor se presenta como una necesidad y una urgencia.

Esta entrada pretende trazar un recorrido técnico y divulgativo por la historia del edificio, desde su gestación como proyecto municipal a finales del siglo XIX, hasta su reciente rehabilitación. A través del análisis de fuentes documentales, arqueológicas y arquitectónicas, reconstruimos su valor patrimonial y reflexionamos sobre el potencial que aún alberga como catalizador de vida urbana, nodo de identidad colectiva y espacio de encuentro contemporáneo.

Un proyecto para una ciudad en transformación
(1899-1903)

El Mercado de Santa Fe ocupa una manzana entera entre el Paseo homónimo, la plaza del Dos de Mayo y las calles Daoíz y Velarde. Su situación, en el eje vertebrador del antiguo barrio de San Pedro, lo convierte en una pieza clave dentro del tejido urbano histórico de la ciudad. Su implantación en una zona con fuerte pendiente dio lugar a una tipología singular, con acceso a nivel desde el paseo y un semisótano en el lado opuesto, articulando de forma ingeniosa las diferentes cotas del entorno.

Con una superficie aproximada de 1.850 m² por planta y una configuración cuadrada en planta baja (43,43 × 43,43 m, diámetro exacto del Panteón de Agripa de Roma), el edificio fue concebido como mercado de abastos bajo la dirección del arquitecto municipal Manuel Pérez y González en 1899. El proyecto, ejemplo temprano de arquitectura del hierro en la ciudad, apostaba por una solución estructural innovadora con cerchas tipo Polonceau, columnas de fundición y una cubierta ligera rematada por una linterna central que aportaba luz y ventilación a los espacios interiores.

Su inauguración no estuvo exenta de complicaciones técnicas y económicas, documentadas en una prolija correspondencia entre técnicos, contratistas y autoridades municipales. La complejidad de la armadura metálica y los problemas de ejecución del sistema de cubiertas dieron lugar a tensiones entre los arquitectos responsables (Pérez y González, Gallego Díaz, Talavera y Monís) y los encargados de obra, que acabaron desencadenando modificaciones en el diseño original y retrasos en la puesta en servicio.

De mercado a cuartel: transformaciones del edificio

Apenas unas décadas después de su inauguración, el Mercado de Santa Fe fue perdiendo protagonismo como espacio de abastos, desplazado por nuevas instalaciones como el Mercado del Carmen. En 1911, el edificio fue transformado en Casa de Oficios según proyecto de Luis Mosteiro y poco después, en Comisaría de la Policía Nacional, función que mantuvo hasta el año 2005.

Estas adaptaciones funcionales conllevaron alteraciones importantes en el interior del inmueble: subdivisiones de las grandes naves, cierres de los espacios diáfanos, instalación de tabiques y falsos techos, así como reformas puntuales en los accesos. Sin embargo, la estructura portante y los muros de fachada, construidos en ladrillo macizo con técnicas propias de la Revolución Industrial, permanecieron casi intactos.

El resultado de estas transformaciones es un edificio robusto, de marcada monumentalidad exterior, pero profundamente modificado en su distribución interna. Este hecho, lejos de disminuir su valor patrimonial, lo convierte en un testimonio vivo de las distintas etapas urbanas e institucionales de la ciudad: del optimismo higienista de finales del XIX al centralismo estatal del franquismo, pasando por los cambios en la percepción del espacio público en el siglo XX.

Un bien cargado de historia: arqueología y memoria urbana

Uno de los aspectos más fascinantes del Mercado de Santa Fe es su conexión con la historia profunda del lugar. El edificio se asienta sobre uno de los enclaves más antiguos del casco urbano onubense: el cabezo de San Pedro, donde los estudios arqueológicos han documentado desde restos protohistóricos hasta estructuras islámicas, medievales y modernas.

Diversas excavaciones realizadas en las inmediaciones del mercado y en la propia plaza del Dos de Mayo han sacado a la luz enterramientos romanos, necrópolis paleocristianas, muros de época almohade, cisternas, canalizaciones y restos de un castillo medieval hoy desaparecido. Esta acumulación de estratos convierte al entorno del mercado en un auténtico palimpsesto urbano, donde cada intervención arqueológica aporta nuevas claves para comprender la evolución histórica de Huelva.

En particular, la documentación recuperada en las últimas décadas ha permitido establecer una clara relación entre el actual edificio y la antigua plaza de abastos, así como identificar los restos constructivos más antiguos en el semisótano como parte de los muros de contención y plataformas de las fortificaciones previas.

Arquitectura del hierro y tipología de mercado

Desde un punto de vista técnico, el Mercado de Santa Fe es un ejemplo temprano y valioso de la arquitectura del hierro aplicada a usos civiles. El proyecto de Pérez y González destaca por la claridad estructural, la racionalidad compositiva y la introducción de materiales industriales como el hierro fundido, el hierro laminado y el vidrio en una edificación pública de gran escala.

La estructura original se organizaba en tres niveles de cubiertas: una perimetral, una intermedia y una linterna superior, todas articuladas mediante cerchas metálicas tipo Polonceau y apoyadas en 12 columnas de fundición, aún visibles en el interior. Estas columnas se presentan con capiteles decorados, basas fundidas y un orden simétrico que marca la geometría ortogonal del recinto.

El uso del hierro permitió aligerar el peso estructural y crear un espacio diáfano sin apoyos intermedios, facilitando la ventilación natural y la iluminación cenital. La combinación de ladrillo y hierro no sólo responde a criterios funcionales e higiénicos, sino también estéticos, en sintonía con los postulados del eclecticismo decimonónico.

Además, el número cuatro —presente en la modulación de los espacios, en la geometría de la planta y en la organización de los accesos— otorga al edificio una simetría casi clásica que refuerza su carácter institucional. Esta geometría racional lo emparenta con los mercados franceses y británicos de la época, pero con una interpretación local adaptada a las condiciones topográficas y climáticas de Huelva.

Importancia patrimonial del edificio

La declaración del Mercado de Santa Fe como Bien de Interés Cultural no sólo se justifica desde un punto de vista arquitectónico, sino también por su valor etnológico, arqueológico y simbólico. Desde el punto de vista etnológico, el edificio constituye un testimonio material de los modos de vida, hábitos de consumo y organización social del Huelva preindustrial. Su función como mercado de abastos lo vincula directamente a las prácticas cotidianas de miles de onubenses durante generaciones.

Desde una perspectiva arqueológica, como ya hemos señalado, su entorno conserva uno de los registros estratigráficos más ricos del casco antiguo de Huelva. La integración del edificio en una ruta patrimonial que incluya el cabezo de San Pedro, el castillo desaparecido, la plaza arqueológica de San Sebastián y otros espacios cercanos permitiría construir un relato urbano coherente y atractivo.

Por último, desde un enfoque simbólico, el mercado constituye un lugar de memoria colectiva para muchos ciudadanos. Fue sede de la comisaría de policía durante más de medio siglo, albergando trámites burocráticos como la obtención del DNI o el pasaporte. La prensa local ha recogido en múltiples ocasiones el sentimiento de pertenencia y nostalgia asociado a este espacio, especialmente desde su abandono en 2005.

Dibujo de Pepe Hernández
Dibujo de Pepe Hernández

Hacia un futuro posible: rehabilitación y presente

Durante años, el Mercado de Santa Fe ha sido objeto de propuestas e ideas que soñaban con devolverle la vida: desde mercados gourmet hasta centros culturales o espacios polivalentes vinculados a la educación y la economía local. Ejemplos como el Mercado de San Miguel en Madrid o el del Barranco en Sevilla han servido de inspiración para imaginar un destino similar para esta pieza única de la arquitectura onubense.

La reciente intervención ejecutada por el Ayuntamiento de Huelva ha supuesto un paso importante en ese camino, permitiendo la reapertura parcial del mercado y dotándolo de un nuevo uso público como espacio expositivo. Aunque preferimos no entrar a valorar la propuesta llevada a cabo —pues participamos en el concurso de ideas convocado en su momento y aún guardamos vivos el esfuerzo y la ilusión de aquellos días—, creemos que el edificio aún ofrece un margen significativo para seguir reflexionando sobre sus posibilidades.

Desde una perspectiva técnica y patrimonial, entendemos que todavía es posible abrir el edificio a un programa de usos más ambicioso, compatible con la conservación arqueológica y con la vida urbana contemporánea. Su localización, en el corazón del barrio de San Pedro, sigue siendo estratégica para reforzar la identidad del centro histórico y activar dinámicas económicas, culturales y sociales que beneficien al conjunto de la ciudad.

Fotografías: Francisco Marqués y Ayuntamiento de Huelva.

Conclusión: un legado en transformación

El Mercado de Santa Fe es mucho más que un edificio del siglo XIX: es una memoria construida, una secuencia de capas históricas que hablan del origen de Huelva, de su vocación comercial, de su tejido urbano cambiante y de la capacidad de sus espacios para reinventarse.

 

Las recientes actuaciones sobre el mercado, más allá de su alcance puntual, nos recuerdan que la arquitectura tiene un papel decisivo en cómo miramos y activamos nuestro patrimonio. Desde Ahaus Arquitectos creemos que el futuro del Mercado de Santa Fe aún está abierto, y que merece ser escrito desde el respeto, la sensibilidad y la ambición colectiva.

Porque no se trata solo de restaurar estructuras, sino de restaurar vínculos: entre el pasado y el presente, entre la ciudad y su gente, entre la memoria y la imaginación.

El Mercado de Santa Fe sigue esperando. Y nosotros seguimos creyendo en él.

Propuesta de usos para Espacio Santa Fe. José Álvarez Checa + AHAUS arquitectos
Propuesta de usos para Espacio Santa Fe. José Álvarez Checa + AHAUS arquitectos

Si quieres conocer el resto de la propuesta Espacio Santa Fe

Referencias:
  • Documentación para la inscripción del edificio Mercado de Santa Fe de Huelva en el catálogo general del patrimonio histórico andaluz como BIC con la categoría de monumento. Miriam Dabrio Soldán (arquitecto) y Rocío Rodríguez Pujazón (arqueóloga)
  • Archivo del Ayuntamiento de Huelva
  • Redes sociales del arquitecto autor de la rehabilitación Paco Marqués
  • Archivo propio AHAUS arquitectos
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Mario Gómez Mogeda

Arquitecto técnico

Leer, carnaval, los cómics, los juegos de mesa, fútbol, NBA… Su listado de aficiones es más alto que él.

No le gusta la playa porque sólo entiende la arena y el agua acompañada de cemento.

La fama no le sube a la cabeza, porque no llega. Ve el mundo a escala 1:10.

Y, además, es aparejador.

Antonio Rivas Pérez

Arquitecto técnico

Su llegada al estudio siempre marca la hora de tomar un café.

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El verano es su mejor época. Le gusta mucho cocinar y en las obras es en donde está en su salsa. 

Es aparejador y, además, arquitecto técnico.

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Le encanta dar paseos con su perra, siempre acompañada de sus animadas playlist de pop.

Su amor por las novelas de romance histórico es igualado solo por su conocimiento de los últimos acontecimientos de la sociedad. 

No le gusta nada llegar tarde a los sitios, por lo que si no llega a tiempo, ¡Houston, tenemos un problema!

Antonio Olaya

Antonio Olaya Camacho

Socio arquitecto

Nació en el blanco Moguer. En Sevilla y en Venezia aprendió mucho de lo que sabe.

En la naturaleza se siente bien. Disfruta del aroma de un libro, del sonido de un lápiz tocando el papel…

Es padre por duplicado y le gusta leer cuentos. La prisa no va con él porque él va más lento.

Es una A de AHAUS.

Henar Herrero Soriano

Socia arquitecta

Cómoda encuadrando detrás de una cámara, fotografiando edificios. Sensible con la sostenibilidad.

Siempre deja un dedo de café en la taza y garabatea croquis en servilletas de bar.

Le gustan las series y las escaleras bonitas. Adora hacer listas.

Es la H de AHAUS.

Ana Gómez Mogeda

Socia arquitecta

Siempre a caballo entre el Andévalo y la costa.

Adicta a la ortografía y a las tablas de Excel. No se resiste a una buena normativa.

En su mochila hay más objetos que en el almacén de Amazon, pero siempre se olvida las gafas de sol.

Y, además, es arquitecta.

Es una A de AHAUS.